Por la tarde resuenan los tambores con aire de guerra, mezclándose sus sonidos con los numerosos cohetes disparados al aire. Mientras tanto, los moros y cristianos se visten el uniforme ante la vigilante mirada de los familiares que le dan al acto un verdadero sentido ritual y trascendente.
Los cristianos, la Junta de Gobierno, hermano mayor, párroco, autoridades, Banda Municipal de Música, Banda de Tambores y Trompetas y todo el pueblo, se trasladan a la ermita para iniciar la procesión con la Santísima Virgen de la Cabeza.
Durante todo el recorrido la imagen de la Virgen de la Cabeza es custodiada por los cristianos mientras que los moros tratan de arrebatarla mediante ataques o «avanzadillas» en las que se queman múltiples tracas, disparos de alcabuces y cruces de espadas entre ambos bandos. Tras muchos intentos frustados , los moros tienden una emboscada a los cristianos al final del recorrido en el que el Jefe Moro se esconde bajo una mesa que simula un «escondrijo» y aprovecha la batalla para apoderarse de la Virgen. Vencidos, los cristianos se retiran y los moros se llevan la imagen a su Castillo levantado en la plaza de Andalucia donde los cristianos tratan de recuperarla sin éxito en unas peculiares luchas alrededor del castillo.