Historia

Campillo de Arenas

Moros y Cristianos Campillo de Arenas de su historia y anecdotas

Al sur de la provincia de Jaén, muy próxima a la de Granada, se encuentra la villa de Campillo de Arenas en un fértil valle circundado de colinas y montañas a caballo entre la Sierra Sur y Sierra Mágina, cuyas aguas alimentan el río Campillo, que a su paso por la impresionante garganta de Puerta de Arenas, es alimentado por las aguas cristalinas que manan al pie de Santa Lucía, tomando el nombre de Guadalbullón a partir de este grandioso paraje.

Su término municipal ocupa 111,09 kilómetros cuadrados, encontrándose a 874 metros sobre el nivel del mar, por lo que goza de agradables temperaturas en verano e inviernos fríos.

Pertenece al partido judicial de Jaén, de cuya capital dista 40 kilómetros, con la que, una vez terminada la autovía, quedará muy bien comunicada.

Está poblada por 2.500 habitantes, habiendo sido sus tierras paso y asiento de antiguas civilizaciones, de las que se han encontrado numerosos restos arqueológicos del Paleolítico y Neolítico, así como de las civilizaciones Ibérica, Romana, Visigoda y Árabe.

Del extenso período árabe se conserva en su término municipal las ruinas del Castillo de Arenas, que jugó un gran papel en la Reconquista.

Panoramica_Campillo de Arenas

De la Edad del Cobre y del Bronce, aparecieron enterramientos en Cista, en el lugar de la Puerta de Arenas, durante las obras del segundo túnel excavado en la roca (RUlz-1982-63-64).

De la época romana se conserva en el Museo Arqueológico Nacional una lápida labrada el año 26 de nuestra era, que según los estudios del Rdo. Padre Fidel Fita, sus tierras pertenecieron a una villa romana llamada Vergilia (Don Lope de Sosa, 1914-148).

En 1925 se encontró un precioso tesoro visigótico que fue adquirido por el Museo Arqueológico Nacional (Don Lope de Sosa, 1926-108).

Del extenso período árabe se conserva en su término municipal las ruinas del Castillo de Arenas, que jugó un gran papel en la Reconquista. De su importancia nos hablan las Crónicas de Alfonso X el Sabio, siglo XIII. Alfonso XI, siglo XIV y el condestable don Miguel Lucas de Iranzo, siglo XV.

Una vez terminada la Reconquista y conseguida la unidad de las tierras de España por los Reyes Católicos, comienza un largo proceso de repoblación de las tierras abandonas por los moros con el fin político de asegurar los cambios que unían las grandes ciudades y el económico que perseguía un mayor aprovechamiento de las tierras. Para lograr estos dos fines se crearon nuevos núcleos de población en aquellos lugares que reunían buenas condiciones geográficas y climatológicas para desarrollar su vida las nuevas familias que vivieran en los mismos.

Para promover este proyecto, la reina doña Juana la Loca, dio una real cédula fechada en Burgos el 17 de marzo de 1508, y firmada por su padre el rey Fernando el Católico, ordenando repoblar varios lugares de la Sierra de Jaén, entre ellos el de Campillo de Arenas, donde ya existían unos cortijos y ventas de paso, así como una pequeña capilla dedicada al Santísimo Sacramento, y junto a ella un cementerio.

El proceso fue muy largo y no se llevó a efecto hasta el 4 de junio de 1539, siendo ya emperador Carlos I.

Los nuevos pobladores fueron 134, que en seguida organizaron su Concejo, fijaron el lugar de la Iglesia y tomaron posesión de sus tierras ante el juez de repartimiento Ldo. Juan de Rivadeneira, nombrado para tal fin por el emperador.

castillo2La nueva población fue agregada como aldea a la ciudad de Jaén, lo que le ocasionaba muchas molestias derivadas de la justicia y la administración. Estos problemas motivaron que el Concejo, Justicia, Regidores y hombres buenos del Campillo de Arenas, solicitaran al rey Felipe II les concediera el privilegio de exención de la Jurisdicción de Jaén, privilegio que fue dado en Toledo el 24 de diciembre de 1559, bajo el pago de 350.000 maravedís, tomando el título de villa con sus derechos y obligaciones pertinentes (L. Fundación, 1526-12 a la 47, y 1559-85 a la 97).

Los ciudadanos pronto organizaron su vida bajo el patronazgo de la Santísima Virgen de la Cabeza, celebrando fiestas en su honor, pudieron ser con simulacros de guerrillas entre moros y cristianos basándose en el historial morisco de esta comarca.

Moros y Cristianos

Moros y Cristianos Campillo de Arenas de su devoción a la Virgen de la Cabeza

La tradición oral nos cuenta que la sagrada imagen de la Virgen fue encontrada milagrosamente junto a la fuente Cantarranas, muy cerca de la actual ermita. El hecho ocurrió cuando un labrador llamado Leonardo Ximénez estaba arando con su yunta y observó que junto a la fuente aparecía una preciosa imagen de la Virgen. Extasiado ante tan sorprendente hecho, cogió la imagen y la presentó en la iglesia a todo el pueblo. Los vecinos devotos de la Virgen de la Cabeza del cerro de Andújar, la llamaron con este nombre, y construyeron una ermita cerca del lugar de la aparición.

Aunque históricamente no está comprobado el hecho, permanece en la memoria de los hijos de Campillo que plasmaron esta tradición en unas sencillas coplas que dicen:

¡Oh! Virgen de la Cabeza.

La del Campillo de Arenas.

En la fuente Cantarranas.

Tu santuario se encuentra.

Iba un gañán con su yunta.

Cuando te vio Madre mía.

El corazón se me parte.

De gozo y de alegría.

Las bestias se arrodillaron

y el gañán hizo lo mismo.

En todas las ocasiones.

A tu amparo recurrimos.

Aquí tenemos la imagen.

María de la Cabeza.

La que amamos por Patrona.

En el Campillo de Arenas.

El dato más antiguo sobre la existencia de la Patrona, la ermita y las Fiestas de Moros y Cristianos, lo tenemos en el Catastro del Marqués de la Ensenada del año 1752.

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El dato más antiguo sobre la existencia de la Patrona, la ermita y las Fiestas de Moros y Cristianos, lo tenemos en el Catastro del Marqués de la Ensenada del año 1752. Entre las cargas concejiles reseñadas en el mismo, se encuentran los gastos dedicados a la fiesta que se celebraba el catorce de octubre en honor de la Virgen de la Cabeza, patrona de la villa. También recoge la relación de bienes de la Cofradía (Ensenada, 1752, pregunta número 25 del interrogatorio).

El primer libro de actas de la cofradía de la patrona comienza en 1876. En él encontramos los primeros datos escritos sobre el desenvolvimiento de la cofradía y el desarrollo de las Fiestas de Moros y Cristianos.

Los dos bandos, moro y cristiano, estaban formados en un principio por diez hermanos de la Cofradía que tomaron el nombre de «comisarios», a los que se les eximía de la cuota de entrada, estando obligados a pagar la cuota anual.

Las primeras noticias que tenemos de la celebración de estos festejos las encontramos en el «Cantar de Mío Cid», escrito hacia 1140, según los estudios realizados por Menéndez Pidal en 1911; pero es la «Crónica del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo», escrita en Jaén en 1462, edición y estudios de Mata Carriazo en 1940, la que nos narra con profusión de detalles la primera fiesta de moros y cristianos celebrada en España, que han servido de fuente de información para todos los investigadores que han estudiado a fondo estas interesantes manifestaciones festeras conservadas por muchos pueblos de España e Hispanoamérica.

Su origen se encuentra en las luchas mantenidas por los cristianos contra los moros durante la Reconquista.

Las Fiestas de Moros y Cristianos de Campillo de Arenas están marcadas por estos antecedentes guerreros. No hay que olvidar que sus tierras, durante largo tiempo, fueron fronterizas entre el Reino Nazarita de Granada, cuya frontera más avanzada hacia el Reino Cristiano de Jaén fue el castillo de Arenas, situado en su término municipal, donde los enfrentamientos entre moros y cristianos fueron muy frecuentes y de gran importancia para ambos reinos. De todo ello nos habla la pieza literaria más importante de la fiesta, que es la «embajada», recopilada en un manuscrito en prosa del año 1887, de donde se versificó más tarde (FERNÁNDEZ H., 1992-103 a la 117).

La fecha más probable del comienzo de estas celebraciones en Campillo de Arenas, se remonta a principios del siglo XVIII, que es cuando más se generalizan por toda España. Ya en el Catastro del Marqués de la Ensenada se hace mención de ellas. Las primeras noticias escritas las tenemos en una carta de fecha 18 de septiembre de 1860, en la que el párroco de la villa don Pedro Francisco Ruiz, le comunica al Sr. Obispo de la Diócesis la celebración de unas pomposas Fiestas de Moros y Cristianos el 7 de octubre, en honor de la patrona Santísima Virgen de la Cabeza, a la que asistían gran número de personas de pueblos y ciudades limítrofes, incluso algunas personalidades (RUIZ, A. H. D., 1860).